El poder de lo que no se dice
Vivimos en un mundo que no para de hablar. En este episodio, te invito a apagar el ruido externo para enfrentar el interno.
CRECIMIENTO ESPIRITUALES
Cristina Sampieri Resonance Foundation
12/9/20254 min leer


El poder de lo que no se dice
Vivimos en un mundo que habla demasiado.
¿Y si estuviéramos viviendo todo al revés? ¿Y si el ruido que llena nuestra vida no fuera vida, sino una fuga? ¿Y si la conversación continua, las notificaciones, las distracciones cotidianas no nos estuvieran conectando con el mundo, sino alejándonos de nosotros mismos?
Intentemos detenernos un momento e imaginemos: Te despiertas y el mundo a tu alrededor ya es ruidoso, como siempre. El teléfono vibra, las notificaciones llaman, las voces se superponen, la ciudad despierta. Pero hoy eliges quedarte quieto un instante, prepararte un café y no responder de inmediato, no correr. Cierras los ojos, respiras lentamente y, por un momento, el ruido parece lejano, como si existiera en otra habitación.
El silencio se abre lentamente ante ti, discreto pero potente, como una puerta secreta hacia tu mundo interior. Apenas cruzas el umbral, todo parece vacío, como si no hubiera nada, y sin embargo te das cuenta de haber entrado en un espacio lleno, amplificado, colmado de respiración, de cuerpo, de ti mismo en cada instante.
Al principio parece casi antinatural. Te sientes culpable por no reaccionar de inmediato, por no correr, por no participar en el flujo incesante del mundo. Pero poco a poco comienzas a percibir las pequeñas cosas: el latido del corazón, el ritmo de los pulmones, la ligereza de las manos posadas sobre el sofá. Cada gesto, cada respiración adquiere intensidad, e incluso los ruidos externos, aquellos que te rodean, parecen más vivos, más cercanos, como si el silencio los amplificara y los hiciera parte de tu experiencia.
Sentado, cierras los ojos y sientes el silencio a tu alrededor transformarse en espacio interior. Aquí llega la mente, que aprovecha cada pequeña ocasión e intenta llenarlo con pensamientos, proyectos, reuniones y ruidos familiares. Pero lentamente las palabras se disuelven.
Y es precisamente en ese instante, cuando todo alrededor y dentro de ti calla, que sientes el alma: quieta y paciente, que emerge y te habla sin voz, sin urgencia, sin juicio, tal vez a través de las sensaciones del cuerpo, tal vez sugiriéndote imágenes, palabras, textos.
En este espacio, las palabras de los grandes maestros parecen salir al encuentro sin interrumpir la experiencia: Rudolf Steiner decía que el silencio es disciplina del alma, un acto que no impone nada pero abre la mente y el corazón a una percepción más profunda. Y, como recordaba Meister Eckhart, es precisamente en el silencio donde se puede encontrar aquello que no necesita palabras, esa esencia que basta escuchar para sentir.
No son conceptos para aprender, sino compañeros silenciosos que guían tu presencia interior, como si te susurraran: “quédate, observa, siente”.
El silencio te envuelve aún mientras sales a caminar: el aire sobre la piel, el paso que golpea el suelo, el susurro de los árboles. Todo se vuelve más nítido, más vivo, más real. Cada sonido, antes descuidado, ahora adquiere sentido, ritmo y voz.
Esa voz, cuando te permites escucharla, te revela lo que habías escondido: los miedos que evitabas, los deseos que habías ignorado, las decisiones postergadas, tu autenticidad que habías dejado de sentir. Es incómodo, claro, porque te pone frente a ti mismo sin distracciones, pero justo ahí descubres tu fuerza más auténtica.
Llegas a la oficina o al trabajo, y el mundo vuelve a tocar a las puertas de tu atención. Sin embargo, algo ha cambiado: dentro de ti hay un espacio nuevo. Te sientes más calmado, más luminoso, y percibes la vida en su ritmo más auténtico. Comprendes que lo esencial no necesita ruido.
Cuando el silencio entra en tu vida, aunque solo sea por pocas horas, entiendes que no es un refugio ni una ausencia: es un puente hacia ti mismo, hacia los otros y hacia lo que llamamos espiritual.
Quizás la lección más grande es simple y silenciosa: el mundo puede hablar sin descanso, y sin embargo el verdadero conocimiento, la profundidad del alma y la libertad nacen solo cuando dejamos de hablar y aprendemos a escuchar de verdad.
Y entonces la verdadera pregunta no es si el silencio nos hace bien, sino por qué le tememos tanto.
Presidenta y cofundadora de la Fundación Resonance
Promueve la visión y el desarrollo de programas dedicados a la evolución consciente y sostenible del ser humano, la sociedad y el planeta.






